En los principales países cerveceros del mundo, hay monasterios que siempre han tenido una estrecha y tradicional relación con la bebida ámbar. Los monjes producían cervezas para consumo propio, aunque también estaban autorizados a vender ciertas cantidades.
Era común en algunos de estos monasterios elaborar cervezas especiales para festejos religiosos, o incluso para ser bebidas durante la cuaresma. Un ejemplo de esto último es la muy buena Salvator, de la cervecería de Mucich Paulaner. Una dopplebock que originalmente tenía menos contenido alcohólico que la versión comercial de hoy día, pero era bastante más dulce y espesa. El nombre de la cerveza no es capricho del marketing, sino que los monjes la llamaban así porque la Salvator los salvava de morirse de hambre durante los ayunos de la cuaresma.
Hoy por hoy, casi todas las cervecerías que nacieron en monasterios han pasado a manos privadas y de la tradición monástica sólo conservan el nombre y la costumbre de elaborar cervezas especiales para las navidades y las pascuas.
De hecho, en el mundo quedan sólo muy pocas cervecerías conectadas con ordenes religiosas. Las más famosas, sin duda, son las cervecerías de los monasterios trapenses en Bélgica y Holanda, quienes producen excelentes cervezas muy apreciadas por los consumidores más exigentes.
Chequia, como buen país cervecero, no fue excepción. Hubieron muchos monasterios que elaboraban su propia cerveza que luego de las Guerras Husitas habían sido destruidos o abandonados. La producción de cerveza pasó desde entonces a estar en manos primero de las cuidades y nobles y luego, privadas.
Una de éstos pocos sobrevivientes es el Klášterní pivovar Želiv, que, según su página web, es el único en Europa Centra y Oriental que elabora Abbey Beer. También según la página web de la cervecería, monjes de la orden premonstratense participan en la elaboración de las cervezas.
Klášterní pivovar Želiv en el presente elabora tres cervezas la Gottschalk, la Castulus, saburizada con Medovino (vino de miel, una típica bebida eslava) y la Siard Falco, saborizada con guindas.
Hoy voy a hablar de la Gottschalk. Una cerveza desde ya atípica en Chequia, es una Ale. Elaborada con ingredientes tradicionales, agua, cebada malteada y lúpulo. Es una padnatcká (15°) con 5,6% de contenido alcohólico.
La cerveza es una semioscura con los tonos ocres característicos del tipo. La espuma sube despacio, casi como en na stout. En el aroma se siente algo de miel y frutas acaremeladas, dulzón pero no muy fuerte, bastante agradable. El sabor, por otro lado, es bien intenso y persistente, hay toques de caramelo y de frutas asadas
El sabor es intenso, caramelizado, persistente, con tonos de frutas asadas que sin embargo deja un agradable gustito amargo. No es una cerveza para cuando uno tiene sed, sino para sentarse a tomarla y apreciarla.
La única nota un poco discordante es que la cerveza está pasteurizada, es una lástima. Es una cerveza muy buena, pero sería simplemente maravillosa si la vendiesen sin pasteurizar ni filtrar.
Era común en algunos de estos monasterios elaborar cervezas especiales para festejos religiosos, o incluso para ser bebidas durante la cuaresma. Un ejemplo de esto último es la muy buena Salvator, de la cervecería de Mucich Paulaner. Una dopplebock que originalmente tenía menos contenido alcohólico que la versión comercial de hoy día, pero era bastante más dulce y espesa. El nombre de la cerveza no es capricho del marketing, sino que los monjes la llamaban así porque la Salvator los salvava de morirse de hambre durante los ayunos de la cuaresma.
Hoy por hoy, casi todas las cervecerías que nacieron en monasterios han pasado a manos privadas y de la tradición monástica sólo conservan el nombre y la costumbre de elaborar cervezas especiales para las navidades y las pascuas.
De hecho, en el mundo quedan sólo muy pocas cervecerías conectadas con ordenes religiosas. Las más famosas, sin duda, son las cervecerías de los monasterios trapenses en Bélgica y Holanda, quienes producen excelentes cervezas muy apreciadas por los consumidores más exigentes.
Chequia, como buen país cervecero, no fue excepción. Hubieron muchos monasterios que elaboraban su propia cerveza que luego de las Guerras Husitas habían sido destruidos o abandonados. La producción de cerveza pasó desde entonces a estar en manos primero de las cuidades y nobles y luego, privadas.
Una de éstos pocos sobrevivientes es el Klášterní pivovar Želiv, que, según su página web, es el único en Europa Centra y Oriental que elabora Abbey Beer. También según la página web de la cervecería, monjes de la orden premonstratense participan en la elaboración de las cervezas.
Klášterní pivovar Želiv en el presente elabora tres cervezas la Gottschalk, la Castulus, saburizada con Medovino (vino de miel, una típica bebida eslava) y la Siard Falco, saborizada con guindas.
Hoy voy a hablar de la Gottschalk. Una cerveza desde ya atípica en Chequia, es una Ale. Elaborada con ingredientes tradicionales, agua, cebada malteada y lúpulo. Es una padnatcká (15°) con 5,6% de contenido alcohólico.
La cerveza es una semioscura con los tonos ocres característicos del tipo. La espuma sube despacio, casi como en na stout. En el aroma se siente algo de miel y frutas acaremeladas, dulzón pero no muy fuerte, bastante agradable. El sabor, por otro lado, es bien intenso y persistente, hay toques de caramelo y de frutas asadas
El sabor es intenso, caramelizado, persistente, con tonos de frutas asadas que sin embargo deja un agradable gustito amargo. No es una cerveza para cuando uno tiene sed, sino para sentarse a tomarla y apreciarla.
La única nota un poco discordante es que la cerveza está pasteurizada, es una lástima. Es una cerveza muy buena, pero sería simplemente maravillosa si la vendiesen sin pasteurizar ni filtrar.
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