Si hay algo que me importa muuuy poco en el mundo de la cerveza son las competencias y sus resultados. Una cerveza no me va a gustar más o menos, o en caso de no haberla probado, no me va a despertar más o menos curiosidad debido a las medallas que haya o no ganado en competencias más o menos prestigiosas.
Una de las razones de esto es que el método de evaluación más comunmente utilizado, rondas de cata ciega de muestras de no más de 0.15l (o menos) en un ambiente controlado, tiene muy poco que ver con el modo en que yo (y creo casi todo el mundo) consume la bebida.
Sin embargo, y porque me gusta ver las cosas del otro lado del mostrador, entiendo muy bien la importancia que ganar una medalla tiene para los elaboradores ya que no deja de ser un reconocimiento a su trabajo. Por supuesto, esa medalla puede ser también utilizada como una efectiva y legítima herramienta de marketing, ya que, más allá de la opinión que se pueda tener de una cerveza en particular, el galardón es algo casi indiscutible, más aun si se trata de uno obtenido en una competencia prestigiosa.
Pero volviendo a este lado del mostrador. Las únicas comptencias cuyos resultados captan al menos un poco de mi atención son las locales. Conozco a casi todas las cervezas que se presentan y a veces es interesante comparar mis gustos con los del jurado.
Una de las competencias locales más importantes es la que se lleva a cabo durante el Festival de Tábor, que otorga el premio Pivní Pečeť. El ganador este año en la categoría Světlý Ležák fue Staropramen 11º, una cerveza que cuando la probé al poco tiempo de haber sido lanzada me pareció horrenda, aunque la encontré tolerable cuando la volví a tomar hace poco en versión tanková.
Luego de conocerse el resultado, algunas voces empezaron a denunciar que la competencia había sido manipulada. Al principio creí que esto era cuestión de antipatía general, y muy bien justificada, hacia Staropramen, y nada más. Después de todo, ¿cómo es que se puede manipular una competencia de este tipo? No tengo ninguna duda de la integridad de los jueces, o al menos de la mayoría, conozco a un par de ellos. La metodología del concurso es igual a la de cualquier otro, las cervezas se dividen en categorías y el ganador resulta de una serie de catas ciegas. Tampoco tengo motivos para dudar de la integridad de los organizadores.
Unos días más tarde, un tal Jan Klajl publicó un artículo en Pivni.info que hechaba luz sobre todo esto.
Lo primero que explica es algo que es lógico, pero que nunca había pensado, cómo llegan las muestras al concurso. Los organizadores no compran las cervezas ni en supermercados u otros negocios, ni en las tiendas de las cervecerías. Los elaboradores envían ellos mismos botellas especiales para la competencia. La razón de esto es simple, si una muesta comprada en, por ejemplo, un supermercado, llegase a los jueces en mal estado, el elaborador podría argumentar las pobres condiciones de almacenamiento, etc. a la que la botella fue sometida, algo legítimo, aunque para mí, sigue siendo culpa del elaborador. Pero resulta que es justamente acá donde la cosa se puede manipular.
Según Klajl, existen cuatro métodos.
En el primero la muestra se obtiene de una partida seleccionada. Siempre habrán más o menos ligeras variaciones entre ellas y el elaborador elige de aquella que le salió mejor. Concuerdo con Klajl en la legitimidad de este método ya que esta cerveza va a terminar en manos de los consumidores.
En el segundo un elaborador que utiliza el método "High Gravity Brewing" agrega menos agua al mosto dejándolo en una densidad algo más alta que la versión comercial de la cerveza.
En el tercero, la muestra se obtiene elaborada en el laboratorio de la cervecería con métodos y tiempos de fermentación y guarda diferentes a los de la versión comercial.
En el cuarto, la muestra se elabora directamente en otro lugar, con ingredientes y procesos de mejor calidad.
No creo que haga falta decir que si un elaborador utiliza alguno de estos tres métodos está haciendo trampa.
Quiero aclarar que no estoy acusando a Staropramen o a ninguna otra cervecería, no tengo pruebas para ello. Sin embargo, ¿no podría esto explicar un poco cómo es que algunas cervezas que en el mejor de los casos se pueden considerar regulares terminan ganando medallas en competiciones importantes? Sea lo que sea, no es más que otro motivo por el cual las competencias me importan un catzo.
Na Zdraví!
Una de las razones de esto es que el método de evaluación más comunmente utilizado, rondas de cata ciega de muestras de no más de 0.15l (o menos) en un ambiente controlado, tiene muy poco que ver con el modo en que yo (y creo casi todo el mundo) consume la bebida.
Sin embargo, y porque me gusta ver las cosas del otro lado del mostrador, entiendo muy bien la importancia que ganar una medalla tiene para los elaboradores ya que no deja de ser un reconocimiento a su trabajo. Por supuesto, esa medalla puede ser también utilizada como una efectiva y legítima herramienta de marketing, ya que, más allá de la opinión que se pueda tener de una cerveza en particular, el galardón es algo casi indiscutible, más aun si se trata de uno obtenido en una competencia prestigiosa.
Pero volviendo a este lado del mostrador. Las únicas comptencias cuyos resultados captan al menos un poco de mi atención son las locales. Conozco a casi todas las cervezas que se presentan y a veces es interesante comparar mis gustos con los del jurado.
Una de las competencias locales más importantes es la que se lleva a cabo durante el Festival de Tábor, que otorga el premio Pivní Pečeť. El ganador este año en la categoría Světlý Ležák fue Staropramen 11º, una cerveza que cuando la probé al poco tiempo de haber sido lanzada me pareció horrenda, aunque la encontré tolerable cuando la volví a tomar hace poco en versión tanková.
Luego de conocerse el resultado, algunas voces empezaron a denunciar que la competencia había sido manipulada. Al principio creí que esto era cuestión de antipatía general, y muy bien justificada, hacia Staropramen, y nada más. Después de todo, ¿cómo es que se puede manipular una competencia de este tipo? No tengo ninguna duda de la integridad de los jueces, o al menos de la mayoría, conozco a un par de ellos. La metodología del concurso es igual a la de cualquier otro, las cervezas se dividen en categorías y el ganador resulta de una serie de catas ciegas. Tampoco tengo motivos para dudar de la integridad de los organizadores.
Unos días más tarde, un tal Jan Klajl publicó un artículo en Pivni.info que hechaba luz sobre todo esto.
Lo primero que explica es algo que es lógico, pero que nunca había pensado, cómo llegan las muestras al concurso. Los organizadores no compran las cervezas ni en supermercados u otros negocios, ni en las tiendas de las cervecerías. Los elaboradores envían ellos mismos botellas especiales para la competencia. La razón de esto es simple, si una muesta comprada en, por ejemplo, un supermercado, llegase a los jueces en mal estado, el elaborador podría argumentar las pobres condiciones de almacenamiento, etc. a la que la botella fue sometida, algo legítimo, aunque para mí, sigue siendo culpa del elaborador. Pero resulta que es justamente acá donde la cosa se puede manipular.
Según Klajl, existen cuatro métodos.
En el primero la muestra se obtiene de una partida seleccionada. Siempre habrán más o menos ligeras variaciones entre ellas y el elaborador elige de aquella que le salió mejor. Concuerdo con Klajl en la legitimidad de este método ya que esta cerveza va a terminar en manos de los consumidores.
En el segundo un elaborador que utiliza el método "High Gravity Brewing" agrega menos agua al mosto dejándolo en una densidad algo más alta que la versión comercial de la cerveza.
En el tercero, la muestra se obtiene elaborada en el laboratorio de la cervecería con métodos y tiempos de fermentación y guarda diferentes a los de la versión comercial.
En el cuarto, la muestra se elabora directamente en otro lugar, con ingredientes y procesos de mejor calidad.
No creo que haga falta decir que si un elaborador utiliza alguno de estos tres métodos está haciendo trampa.
Quiero aclarar que no estoy acusando a Staropramen o a ninguna otra cervecería, no tengo pruebas para ello. Sin embargo, ¿no podría esto explicar un poco cómo es que algunas cervezas que en el mejor de los casos se pueden considerar regulares terminan ganando medallas en competiciones importantes? Sea lo que sea, no es más que otro motivo por el cual las competencias me importan un catzo.
Na Zdraví!
Jeje, en una semana tenemos aca la primer South Beer Cup (www.southbeercup.com).
ResponderBorrarVamos a ver que resulta. Ojalá no pasen estas cosas que mencionas. :)
Lei sobre el SBC. Un amigo está yendo para ahí, Stephen Beaumont, un canadiense que del tema sabe un poco.... Trátenlo bien, por favor.
ResponderBorrarPD: Si Quilmes llega a ganar en la categoría Stout, quiere decir que hay tongo.
Yo creo que las competencias tienen su importancia. En otros rubros, como por ejemplo en el cine, sirven de reconocimiento que puede usarse como vos decís para promoción o bien para tener un indicador de cómo es percibido el producto por expertos. En el caso de la south beer cup creo que va a servir para fortalecer la industria, ya que reúne a las microcervecerias de la región y promociona la cerveza artesanal al público en general.
ResponderBorrarTema aparte, veo que tenes un libro, se consigue en argentina?
Salud!
Leo
Leo,
ResponderBorrarEstamos de acuerdo. Las competencias son importantes para los elaboradores. Aunque también es un arma de doble filo. A veces me da la impresión que algunos elaboradores hacen cervezas para participar en competencias y no para satisfacer los gustos del público. No sé.
El libro por ahora solamente se consigue en internet, tanto en versión impresa como electrónica: http://www.lulu.com/content/paperback-book/praga-guía-cervecera-para-borrachines/10447273
Saludos.