¿Qué? ¿Estás pensando en leer esta entrada sin antes haber leído Parte 1, Parte 2 y Parte 3? ¿Estás loco?
Cuando llegamos a Hofbräuhaus, Kristof llamó a un amigo suyo para ver si estaba en la ciudad. Era Diego, un Italiano que vende Auer-Bier en su bar en Verona, y un tipo genial.
Diego es una de esas personajes casi de ficción con una aparentemente inacabable colección de anécdotas que harían reír incluso a un guardia de palacio. A pesar de ser un extranjero que apenas va a Múnich a lo sumo un par de fin de semanas al mes, a Diego le tomó solo seis meses para ser aceptado entre los Stammich de Hofbräuhaus, y ahora tiene su propio Maß de cerámica que mantiene bajo llave en unos casilleros tipo jaula reservados para los más leales clientes de este salón cervecero
La idea de tener que esperar quizás media hora para poder tomar otro Maß de esa cerveza tan burocrática no era atractiva así que se decidió que iríamos a otro lado – Hofbräuhaus es, términos generales, uno de esos lugares a los que estoy contento de haber ido, pero no necesito volver.
Diego se hizo cargo de las tareas de guía – conoce la ciudad mejor que Kristof – y nos prometió que nos llevaría a un lugar bastante copado.
Lo seguimos hasta lo que podría describirse como una plaza muy pequeña, muy cerca del Neues Rathaus. Lo único que indicaba nuestra cercanía a un pub era un grupo de gente, algunos tomando cerveza, parado alrededor de una portal de aspecto muy ordinario.
Ese portal era la entrada a un espacio no mucho más grande que un ascensor en un edificio de oficinas grande y moderno, con unas escaleras a la derecha y una ventana en la parte opuesta. Esa ventana era la razón por la cual estaban todos allí; era de ahí de donde venía la cerveza. Este agujero en la pared es parte de Nürnberger Bratwurst Glöckl am Dom, un muy conocido local de Múnich, y, por algún motivo, la cerveza ahí cuesta 1€ menos que en el bar propiamente dicho. Increíble.
¡Me encantó! La atmósfera era espectacular. A pesar de estar literalmente codeándose con todo el mundo alrededor, no había ni una sola cara de orto. Todos estaban disfrutando de la cerveza y de la compañía. Y la cerveza era fantástica también, Augustiner Heller servida Bayrischer Anstich. ¡Qué belleza! Otra prueba más de que a una cerveza no le hace falta tener una docena de tipos de malta, una tonelada de lúpulos exóticos y alto octanaje para ser interesante y sabrosa.
Si bien nos gustó mucho el lugar este, la idea es que no te quedes ahí por más de una o dos birras, y a las reglas hay que seguirlas; después de todo, en Múnich no escasean los buenos lugares para seguir tomando.
Y fuimos a un muy buen lugar, sí señor. Andechser am Dom, que servía muy buena cerveza también, Andechs Helles, al igual que la anterior, dispensada por gravedad. Deliciosa.
Lo que más me impresionó, sin embargo, fue la manera en que han resuelto el servicio afuera. En lugar de tener al personal corriendo sin parar ida y vuelta al bar de lo que debe ser un boliche bastante grande, como es común en Múnich, pinchan un barril de 10-15 litros en una mesa afuera. Tan simple y tan brillante. No hay necesidad de aparatosos sistemas de tiradores por presión, que necesitan limpieza y mantenimiento, producen mermas, y a veces dan problemas en el peor de los momentos; se le facilita el trabajo al personal mientras que al mismo tiempo se acelera el servicio y le ofrecen mejor cerveza a los clientes.
Cuando llegamos ahí se unieron a nuestro grupo dos amigos de Diego: un tano cuyo nombre he olvidado, y un muniqués vestido de bávaro en su máxima expresión. Nos quedamos alrededor de mesa en la galería, tomando varios vasos, disfrutando de lo mejor de la verdadera cultura cervecera: charlar, reírse, el momento y el lugar.
Pero todavía no habíamos terminado con Múnich, o mejor dicho, Múnich todavía no había terminado con nosotros. Diego nos tenía una sorpresa reservada.
Al irnos de Andechser am Dom, nos dio direcciones para llegar a lo que, en sus propias palabras, es la cervecería más pequeña de Múnich. Teníamos mucha curiosidad, esperábamos encontrarnos con un pequeño brewpub del que nadie había oído hablar. Seguíamos pensando lo mismo cuando nos encontramos con Diego esperándonos frente a un edificio con Richelbräu escrito sobre la entrada.
Sí, terminé tomando IPA en Baviera |
Seguimos a Diego y entramos al edificio, pasamos por un largo pasillo que nos llevó al jardín de alguien. Había un grupo de gente sentado alrededor de una emsa. ¡Estábamos en lo de un homebrewer! Encontré un par de referencias en internet sobre Richelbräu, pero, según me acuerdo, el pibe este no tenía nada que ver con ese emprendimiento. Sus cervezas se llaman Handkatzn-Bräu. Muy entusiasmado, compartió con nosotros algunos de sus productos, que estaban bastante buenos. Todavía tenían esa aspereza en el borde, típica de la cerveza casera, pero aun así eran mejores que no pocas cervezas comerciales que he tomado.
Otro mágico momento cervecero, en serio. Hablamos con este pibe, y con el resto del grupo. Disfrutamos la cerveza, la comida, la hospitalidad y la compañía. Nos habría encantado quedarnos toda la noche, pero teníamos asuntos (placenteros) que atender – la Masopustní Speciál nos estaba esperando. Nos despedimos de nuestros nuevos amigos, con las promesas habituales, y nos pusimos en camino de vuelta a Au.
Cuando llegamos al restaurante de la cervecería en Au, uno de los barriles ya había sido pinchado. Fuimos bienvenidos por Michael, el Barón Beck von Peccoz, cuya familia ha sido dueña de la cervecería ya por seis generaciones, su esposa y sus suegros, que son checos de nacimiento, la mujer de Kristof, y el Maestro Cervecero y su tímida novia.
Al igual que la anterior, fue una velada fantástica, el final perfecto para un gran día. Pasé una buena parte del tiempo charlando con los suegros del Barón, quienes, al igual que la baronesa, estaban contentos de poder charlar en checo con alguien. Muy linda gente, todos.
Hubo bastante comida, un flujo interminable de la gloriosa Masopustní Speciál. Hubieron también un par de rondas de Baronator, algo de Helles Naturtrürb y más copas de delicioso schnapps de avellanas que me atrevería a contar. Pero sobre todo, mucha diversión.
Fuimos a dormir casi a la medianoche, más en falsa escuadra que la noche anterior, pero sintiéndonos mejor que un adolescente después de recibir su primera tirada de goma.
Quiero agradecer a Líbor, Štěpán, Mírek, la gente en Schlossbrauerei Au-Hallertau, Diego y a todo el resto por su generosidad y por haberme permitido pasar un fin de semana tan espectacular. Me divertí más de lo que cualquier merece divertirse. ¡Muchas gracias a todos!
Na Zdraví!
Menudo garito ese Nurnberg Glock Am Dom... Ni idea de su existencia y eso que dices que es conocido... Y esa IPA de Richelbrau pinta verdaderamente curiosa... Desde luego, no hay nada como visitar un lugar con gente auténtica, comer buena comida y beber buena cerveza para disfrutar de una ciudad a otra escala. Enorme envidia!! Salud!!
ResponderBorrarLo único que puedo decir sobre esa IPA es que estaba bastante bien hecha (el pibe que la hace estaba sentado al lado mío preguntándome qué me parecía, así que tuve que prestar bastante atención) y que me gustó bastante. Más de eso, ya no. Ya dejé atrás esa costumbre antisocial de tomar notas de cata cuando estoy con gente :), y de haberlas escrito, difícilmente podrían haber sido fiables a esa altura del día.
BorrarLa verdad es que las famosas notas son algo incluso incómodo en momentos como el que describes... lo malo es que se echan en falta cuando echas la vista atrás y te preguntas "¿a qué carajo sabía aquella birra?", sobretodo cuando te has tomado la cantidad de cervezas distintas que describes arriba, jejeje!
Borrar¿a qué carajo sabía aquella birra?
BorrarA birra, a qué otra cosa? :)
En serio, yo suelo acordarme del perfil de la cerveza en general y quizás de alguna que otra que se haya destacado sobre el resto. Pero lo más importante, me acuerdo si me gustó o no...
Jajaja! A cerveza? De veras?? ;-).
BorrarNo, si en mi caso también suelo recordar a grandes rasgos lo que tomo sin tomar excesivas notas... Lo malo es cuando vas a un festival como el BBF que en plan jornada maratoniana tomas una ristra interminable de cervezas... Pero vamos, que el "megusta/nomegusta" suele quedar grabado en la memoria sin libreta ni papelitos de por medio...
Jaja qué bueno lo de la puerta trasera :-D, no lo conocía, pero intentaré hacerle una visitilla. Un sitio así para echarse una birra rápida con ambientillo y por el centro es buena cosa, y si encima la birra es la Augustiner Holzfass...
ResponderBorrarCon lo que alucino es con el aguante que tenéis algunos. Yo empiezo el día con una Hopfenweisse y ya me quedo torcido hasta la hora de la siesta como poco :-D.
Luego de un par de años en Praga, viviendo al ritmo que vivo, cualquier hígado desarrolla los músculos necesarios para días como este.
BorrarPor cierto, mientras disfrutaba leyendo las entradas bávaras, se me ocurrieron dos sitios que te recomiendaría mucho si vuelves por Munich. Ambos me parece que dicen mucho de la tan manida cultura cervecera, en este caso de la bávara.
ResponderBorrarEl primero es el Augustiner Braustuben, la taberna que tienen en la propia fábrica de Augustiner. No sé por qué pero tiene un algo especial, siempre que hemos ido hemos disfrutado mucho, es el típico ambiente bávaro de gente de todos los tipos (abuelos, mediana edad, jóvenes ruidosos, familias) tomando cerveza. Siempre bromeo con mi mujer diciéndole que si nos vamos al "happiest place on Earth" (en la referencia original, de los Simpsons, usaban esa expressión para referirse a Tijuana :-D).
El otro sitio es el Hirschgarten, está algo más alejado del centro pero es un biergarten genial, en un parque con ciervos, igual que el anterior en el sentido de que realmente sientes que la mayoría de gente va allí de toda la vida, pero mucho más tranquilo (a pesar de que es enorme y muchas veces se llena, a mi siempre me transmite... bienestar :-). Me parece una gozada ir allí y ver a los abuelillos y las familias que se traen sus manteles, cubiertos, etc (una vez vi hasta candelabros :-D) de casa y pasan la tarde con sus jarras de litro de la mencionada Augustiner Holzfass :-).
Ambos andan menos céntricos, pero creo que merecen la pena.
Saludos!
Yo tenía ganas de ir al Braustuben de Augustiner en lugar de HB, pero quedará para la próxima.... Gracias por los datos, los tendré en cuenta.
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