Cuando me enteré que hay una línea de autobús, la 183, que conecta de manera directa a Jihoměstský Pivovar y Pivovar Hostivař decidí que visitaría a ambos brewpubs de un tirón.
El plan original era ir primero a Hostivař, ya que es mucho menos problema volver al centro desde Háje. Pero estaba en I.P. Pavlova al mediodía, muerto de hambre, y mi estómago no estaba de humor para lo que fácilmente podría ser media hora de viaje. Metro a Háje y almuerzo en Jihoměstský pasó a ser el nuevo plan. En retrospectiva, puede que haya sido un error. De haber seguido el plan original, las cosas no habrían resultado como resultaron. Pero en ese momento no tenía manera de saberlo.
Pero bueno, llegué a Jihoměstský pivovar, con ganas de comerme un caballo. Me encanta entrar en ese brewpub, hay que caminar por un pasillo largo y poco iluminado que te lleva a un espacio cavernoso con la sala de cocción a un lado, el bar al otro y en el medio, mesas largas con bancos, y me encantan las mesas largas con bancos.
Había bastante gente para la hora del almuerzo, pero encontrar una mesa libre con una buena vista al bar no fue problema. Pedí una de las opciones del menú del día, y la cerveza insignia de la casa Jihoměšťan 11°. Esta polotmavý nunca fue la gran cosa, pero siempre fue capaz de cumplir con su tarea. No en esta oportunidad. Esa cerveza no estaba buena, era como despertarse en medio de un sueño desagradable sin ser del todo capaz de acordarse de por qué era tan desagradable. Por suerte, no fue la primera cerveza del día; pocas cosas son tan frustrantes como que la primera cerveza del día, esa a la que uno le tiene más ganas, resulte no ser buena.
Le siguió la Tmavý speciál 14º, quizás mi cerveza favorita de este brewpub. Plena, sabrosa, con todas esas cositas que me gustan tanto en las lager negras.
¿¡Qué mierda es esto!? Casi grito cuando tomé el primer sorbo. No era la cerveza que tanto me gustaba y tantas ganas tenía de tomar. Esta birra era como Robert DeNiro en la mayoría de las películas que ha hecho en los últimos 10-15 años. De hecho, es todavía peor. Al menos con DeNiro, le podés mostrar a alguien que recién terminó de ver Hide and Seek alguna de las películas que con las que el tipo se ganó su bien merecida reputación para que vea qué gran actor que es. Con la Tmavý Speciál 14º van a tener que confiar en tus palabras, y no se los podría culpar si no te creen.
Al menos el morfi estuvo bueno, muy bueno, y abundante. Estaba repleto y se me ocurrió que sería una buena idea caminar un rato antes de ir al siguiente Brewpub.
De camino desde la estación de Metro había notado uno de esos carteles amarillos de los senderos ciclísticos indicando que Hostivař estaba a apenas 3,5 km. Cuando salí de Jihoměstský Pivovar decidí que lo seguiría.
Resultó ser un error.
Empezó a llover más o menos un kilómetro más tarde. Al principio eran apenas unas gotas, el tipo de llovizna que puede hacer que la caminata sea más placentera si estás en el humor adecuado, y yo lo estaba, me encanta caminar en partes no exploradas de la ciudad.
Para cuando llegué al pasaje subterráneo que cruza la ruta que separa a Jižní Město de Hostivař, la lluvia se había intensificado al punto que se que la caminata se había vuelto un tanto incómoda (debería aclarar que no tenía campera encima, ni tampoco llevaba un paraguas, es que soy así de
La cosa se empezó a poner bien fea cuando salí del pasaje subterráneo. El cartel amarillo que había esperado encontrar no estaba y el camino se bifurcaba. A la derecha, llevaba a lo que parecía ser un parque, a la izquierda, a una calle con casas a un lado y pequeño bosque al otros, que a su vez llevaba a lo que parecía ser una zona residencial. Hacía allí me dirigí, ingenuamente creyendo que ya estaba cerca de Pivovar Hostivař. No podría haber estado más equivocado.
Ya estaba diluviando cuando me di cuenta que me había perdido. Ir hasta casa, o al menos al centro, de quererlo, no habría sido problema, solo habría sido cuestión de encontrar una parada de autobús, lo cual hice, pero ninguna de las líneas que paraba ahí me podía llevar a mi destino. El problema era que no tenía la más ramera idea de dónde estaba en relación al lugar al que quería ir, y ninguno de las líneas de autobús listadas en la parada me llevaba hasta ahí. Así que seguí caminando, bajo la lluvia torrencial (pequineses de ojete estaban cayendo ya), mojándome hasta los huesos. No iba a rendirme.
Después de un rato, llegué a una pequeña plaza dominada por una iglesia. Calculo que debe haber sido la parte más vieja de Hostivař, el centro del pueblo antes de que sea fagocitado por Praga. Frente a la iglesia había un tablero informativo con un mapa que indicaba otros puntos de interés en el barrio. Me tomó un rato poder interpretarlo, el vidrio estaba muy mojado (¿les dije que estaba diluviando?) pero cuando lo logré vi un nombre que reconocía, Hornoměcholupská, la calle que pasa a un lado de Pivovar Hostivař. ¡Buenísimo! Por fin tenía idea de dónde estaba.
Me orienté con el mapa y fui hasta ahí. Entonces fue que me di cuenta de lo lejos que estaba todavía, más o menos a una parada de tranvía y varias de autobús. Tomé Hornoměcholupská y vi la parada de uno de los autobuses que van hasta el brewpub. Me sentí aliviado, hasta que vi el horario. Como no podría ser de otra manera, el bondi recién había pasado no volvería a pasar sino hasta dentro de 15-20 minutos (ya me estaba empezando a sentir un poco como el héroe de este cuento). No había refugio en la parada y ni en pedo me iba a quedar esperando tanto tiempo bajo la lluvia (¿les dije que estaba diluviando?), así que retomé el camino. Al menos ya sabía dónde estaba y cómo llegar.
Un par de cuadras más tarde me encontré con un boliche que tenía Kácov de barril. Me encanta Kácov, y una parte de mí se moría por entrar al boliche ese. “Solamente para una birra rápida”, dijo esa parte de mí. Muy tentadora la oferta, pero no. Sabía que sentarme en un lugar seco (¿les dije que estaba diluviando?) sería el final de mi odisea; me quedaría ahí y jamás llegaría a donde quería ir. Seguí caminando.
Para cuando llegué a Pivovar Hostivař, la lluvia había vuelto a ser aquella llovizna que había disfrutado varios kilómetros atrás. Me sentía bastante miserable. Debo haber parecido una toalla que sacaron del lavarropas antes del centrifugado. Por suerte, la camarera no hizo ningún comentario al respecto cuando vino a tomar mi pedido, no estaba de humor para esas boludeces.
La primera cerveza fue la 11º de la casa. La primera mitad del medio litro se desintegró en mi garganta, así que mi evaluación se basa más que nada en la segunda mitad, la parte a la cual le presté atención.
Debería haber tomado todo el jarro de un trago sin más. No estaba mala la birra, pero era un pendejo al que mandaron a hacer el trabajo de un hombre. Saben de lo que hablo, lo han visto en innumerables películas. El pendejo este supera la adversidad, encuentra fuerzas en su aparente debilidad, y sale victorioso. Lamentablemente, este no fue el caso. La realidad terminó cagando a este pibe a patadas y sin darle oportunidad para que se recupere. Pobrecito, no debería haber aceptado el desafío antes de estar listo.
Le siguió la 12º. Podría hacer la misma tonta y sobre-elaborada analogía que acaban de leer para describir a esta cerveza. Y me había gustado tanto el año pasado. ¡Puta madre que lo parió! Ninguna de las cuatro cervezas que había tomado hasta ese momento había estado al menos regular. Cerveceramente hablando, el día no podría haber salido peor. Lamenté no haber parado en el bar con Kácov, quizás todavía tenía tiempo para ir.
Pero no tenía ganas de irme, todavía estaba demasiado mojado. Pedí una H-Ale, listo para recibir otro medio litro de decepción. Por suerte, estaba equivocado. Esta cerveza fue como Han Solo volviendo para ayudar a los rebeldes a destruir la Estrella de la Muerte; fue como Gandalf apareciendo junto con los Jinetes de Rohan cuando toda esperanza había sido perdida en Helm's Deep. Casi (énfasis en casi) hizo que el suplicio haya valido la pena. Estaba tomando la primera cerveza como la gente desde que había salido del metro en Háje y me sentía mucho mejor. Tanto que me quedé para otra, seguía estando muy mojado (de hecho, creo que no me sequé del todo sino hasta la mañana siguiente), y no tenía ganas de ir a ningún lado. Esa Kácov iba a tener que esperar.
Tal fue la historia de ese día. La única cerveza buena que tomé fue una Ale, mirá vos.
Na Zdraví
Jihoměstský pivovar
50°1'53.287"N, 14°31'11.094"E
Podjavorinské 11 – Prague-Chodov
+420 222 352 242 - jihomestskypivovar@seznam.cz
Mon-Thu: 11-23, Fri: 11-24, Sat: 12-24, Dom: 12-22:30
Metro C: Háje, and any of the many buses that go there.
Pivovar Hostivař
50°2'46.970"N, 14°32'57.688"E
Lochotínská 656 – Prague-Horní Měcholupy
+420 702 202 903 - info@pivovar-hostivar.cz
Mon-Sun: 11-23
Bus: 125, 175, 183 – Řepčická
Con quien te estas enfadando?
ResponderBorrarCon nadie, ¿por qué?
BorrarOlé. Solo dudo.
ResponderBorrarCuentistas somos todos.
Otro cuento:
Enfadado volví a mi laburo. Tardé unas 8 horas en llegar. Era una noche cerrada, sin luna. Una noche buena, compartida con nuevos amigos i amigas de buen rollo.
El objetivo era llegar a mi empresa lo más rapidamente posible.
(Sigue un pero)
Pero no llegué en el tiempo previsto.
Una vez asumida mi falta de planificación, me encontré un banco vacio, y dormí, sin pausas , sobre él.
Por fin, llegué. Vivo, despierto y atento. Era pronto, pero un cliente ya estaba ofreciendo sus servicios baristicos. Nos reimos un rato más comentando el tiempo que había invertido para llegar a su local.
Desde entonces siempre me sirve tarde.
Best
Ahora sí que no tengo puta idea de lo que estás hablando. Me dejaste más perdido que aquella tarde.
BorrarAhoj,
ResponderBorrarhay días que son lluviosos
Pero siempre al final sale el sol.
Besinos, Ra.
Pd. Contra crónica soleada.
Qué está pasando con los brewpubs? Al final va a resultar que los más consistentes son Novomestsky y U Fleku.
ResponderBorrarSaludos,
Torpedo
No doy para cuentos. Otro más:
ResponderBorrarOtra vez llegué pronto a mi laburo y decidí registrar, legal y pateticamente, un dominio rollo "la artesana de mi pueblo". La presenté en varios concursos y uno de ellos me dió un premio, la mayoria me eliminaron por no pertenecer al estilo en el k me inscriví.
Entonces volví a mi laburo no cervecero.
Y otro más (doble):
Me encontré con un cervecero artesano. Me animó a hacer cerceza, a comprar las ollas y me ayudó en todo, siempre. Y lo hice. Siempre me acordaré de ese dia en el k no le pregunté si duraria mucho tiempo. (Su doble se acuerda del dia en el k no se preguntó como cerrar la empresa cervecera artesana.)