Sí, suena como un sinsentido, pero no creo que piensen lo mismo después de leer lo que uno de mis clientes me contó el otro día.
Radek es de una cuidad chica en Vysočina, donde las opciones para salir a comer o tomar algo se limitan a un par de hospody llenas de atmósfera irrespirable, donde hasta el periódico es pegajoso y un lugar mucho más moderno y atractivo para los habitantes más jovenes. Ese es el lugar a donde Radek prefiere ir.
Hace unos meses el dueño, un amigo de mi cliente, decidió cambiar su proveedor de cerveza, abandonando Pilsner Urquell por Stella Artois y Staropramen. No porque haya tenido nada en contra de la primera, sino porque Pivovary Praha, el esclavo local de InBev, le ofreció poner nuevos grifos, cartel luminoso en la puerta y otros chiches de marketing (puede que también hayan pagado por nuevas luces en el bar, o algo parecido, pero no me acuerdo).
Luego del cambio, el negocio empezó a mejorar considerablemente. No porque esté viniendo más gente que antes; tampoco porque los parroquianos estén tomando más cerveza, de hecho, es debido a lo contrario. La gente está tomando mucho menos cerveza porque la nueva oferta no les gusta (qué sorpresa) y en cambio eligen cocteles, vino y destilados que tienen un margen de ganancia mucho más alto que la cerveza. El propietario de este bar no podría estar más contento.
Esto me puso a pensar si no es éste el motivo por el cual tantos lugares en Praga donde la gente no va por la cerveza, cafés, pizzerías, restaurantes étnicos, ofrecen Stella (o Heineken, que parece estar utilizando la misma estrategia de distribución con la que su rival de origen belga tuvo tanto éxito hace unos años). También puede ser que la mayoría de los propietarios de este tipo de establecimientos gastronómicos de cerveza saben poco y nada y a muchos les interesa aun menos.
Na Zdraví!
PD: Espero que la sanata de arriba no le de ideas extrañas a nadie.
Radek es de una cuidad chica en Vysočina, donde las opciones para salir a comer o tomar algo se limitan a un par de hospody llenas de atmósfera irrespirable, donde hasta el periódico es pegajoso y un lugar mucho más moderno y atractivo para los habitantes más jovenes. Ese es el lugar a donde Radek prefiere ir.
Hace unos meses el dueño, un amigo de mi cliente, decidió cambiar su proveedor de cerveza, abandonando Pilsner Urquell por Stella Artois y Staropramen. No porque haya tenido nada en contra de la primera, sino porque Pivovary Praha, el esclavo local de InBev, le ofreció poner nuevos grifos, cartel luminoso en la puerta y otros chiches de marketing (puede que también hayan pagado por nuevas luces en el bar, o algo parecido, pero no me acuerdo).
Luego del cambio, el negocio empezó a mejorar considerablemente. No porque esté viniendo más gente que antes; tampoco porque los parroquianos estén tomando más cerveza, de hecho, es debido a lo contrario. La gente está tomando mucho menos cerveza porque la nueva oferta no les gusta (qué sorpresa) y en cambio eligen cocteles, vino y destilados que tienen un margen de ganancia mucho más alto que la cerveza. El propietario de este bar no podría estar más contento.
Esto me puso a pensar si no es éste el motivo por el cual tantos lugares en Praga donde la gente no va por la cerveza, cafés, pizzerías, restaurantes étnicos, ofrecen Stella (o Heineken, que parece estar utilizando la misma estrategia de distribución con la que su rival de origen belga tuvo tanto éxito hace unos años). También puede ser que la mayoría de los propietarios de este tipo de establecimientos gastronómicos de cerveza saben poco y nada y a muchos les interesa aun menos.
Na Zdraví!
PD: Espero que la sanata de arriba no le de ideas extrañas a nadie.
Amigo filósofo ¿Que paradoja no?
ResponderBorrarLo que contás es una constante que se repite por estos pagos, desalentando el consumo de cerveza y alentando el de otras bebidas. Claro está, que en este juego las cervezas artesanales quedamos totalmente afuera, sin la posibilidad de hacer probar nuestros productos. Es una lástima pero es la realidad muy diícil de cambiar.
Salud
NANO
Es algo terrible.
ResponderBorrarSin embargo, el tema de la cerveza y sus precios es completamente distinto que en Argentina.
Allá, las cervecerías más grandes se pueden permitir vender su producto a menor precio gracias a, por un lado, sus economías de escala, y por otro, a que muchas usan ingredientes y procesos más baratos. Las cervecerías chicas no pueden competir con esto y además no tienen ningún tipo de ventajas impositivas.
Acá, y en otros países de Europa, el sistema de impuestos internos para la cerveza está armado de manera tal que cuanto menos volúmen saque una cervecera, menos impuesto paga; culminando en las micros, que no lo pagan. Esto se hace para compensar un poco el tema de las economías de escala.
Entonces resulta que una cerveza de una cervecería chica a precio mayorista es más barata que la de marcas más conocidas, y muchas veces es mejor. O sea, el hostelero puede comprar una cerveza más barata por barril y venderla al mismo precio que la marca más conocida, ganando entonces más plata por medida. Como la gente no va a esos lugares por la cerveza, la van a tomar igual. Al final, ganan todos, el hostelero que hace más plata, el cliente que puede tomar algo mejor y la cervecería chica que puede vender su producto. Es por eso que al final del artículo sugiero que la mayoría de los hosteleros de cerveza saben poco y nada y les interesa aun menos.
No me parece una opción pésima contar con caños de Stella Artois en el bar, pues es una cerveza que para una charla de colegueo no tiene mal sabor. Pero Staropramen me parece una elección un tanto mala, sustituyéndola por Pilsner Urquell.
ResponderBorrarCurioso que la gente se deje de ir por la cerveza, aunque si así ha mejorado el negocio, me temo que es algo a lo que deberá acostumbrarse.
¿La variedad de cervezas termina allí, o tienen algo especial, o de fuera?
Saludos.
Acá en Chequia sí que me parece espantoso que alguien venda una porquería como Stella Artois, y peor que te la vendan como algo Premium. Trato de evitar a toda costa lugares donde la tengan, y si no me queda más que ir, antes tomo agua. En serio, no exagero.
ResponderBorrarLa gente no dejó de ir por la cerveza, va la misma que antes, pero toman menos cerveza porque no les gusta.
Cambiar una buena marca de cerveza por algo peor de una multinacional, no es del todo raro acá. No es raro que las macros sobornen a los hosteleros, no sólo con nuevos grifos y chices marketineros, sino con dinero en efectivo.
Por suerte, la variedad no termina en InBev o SAB-Miller (que espanto que sería eso), sino que hay mucho más (y la mayoría de las veces mejor) que de a poquito va ganando más terreno. El tema acá es que, culturalmente, la mayoría de los pubs te ofrecen sólo una marca (o marca de un grupo macro), son raros los lugares donde el parroquiano puede elegir entre varias opciones, pero por suerte parece que el número está creciendo.
Max, lo que comentás da para concluir que en realidad la cerveza es peor negocio que otra bebida. Al menos por aquellos pagos. Tal vez sea por su bajo costo...
ResponderBorrarNo debe ser lo mismo vender una botella de vino medianamente caro que una pinta de buena cerveza. Los valores son muy distintos.
El negocio de la cerveza está en cantidad. Hay que vender mucho...
Pero te digo que me preocupa saber que en Chequia, país cervecero por excelencia, sea mas rentable vender otras bebidas que la mismisima cerveza... Que nos queda para el resto de los paises?
Acá también.
ResponderBorrarEl hostelero hace ganancia por volúmen. Es que la cerveza aca es muy barata, sin exagerar, por volúmen, es más barata que el agua mineral o las gaseosas. Es por eso que el consumo per capita es tan algo. El viernes me junté con un par de amigos en un bolichón, me tomé seis 0.5l (cuatro de Primátor Stout y las otras dos distintas y pagué 6EU incluyendo propina)
Mirá como será el tema de los precios que cada vez que Pilsner Urquell anuncia un aumento, es casi tapa de los diarios.
Pero vivir en un pais con cerveza barata y de calidad promedio bastante, tiene una desventaja. Ata mucho a algunos productores y casi de facto cierra el mercado para muchos productos de importación de calidad. Se están empezando a ver más cervezas belgas y algunas inglesas, pero son cosas marginales.
bueno en argentina es ligeramente distinto. La cerveza es toda mala, por lo cual la gente bebe lo que puede,jaja.
ResponderBorrarDe hecho cuando leí la llegada de stella artois a la argentina salté en 1 pata, hasta que me enteré que se haría aquí...y la haría la "gran" cervecería "kill-me" (quilmes).
Voy a aclarar un par de cosas de mi relación con Stella Artois.
ResponderBorrarCuando la empezaron a vender, no me acuerdo precisamente cuándo, no la conocía, la había tomado un par de veces antes, pero sin prestar demasiada atención, igual me pareció un sinsentido intentar vender una lager industrial en el pais con las mejores lagers industriales del mundo (mi opinión).
Cuando la tomé por primera vez, no me disgustó. Hasta que al otro día me desperté con una resaca atroz después de haberme tomado solamente cuatro o cinco 0.5l, cosa que nunca me había pasado con una checa, incluso después de haber tomado dos o tres veces más.
Las últimas dos veces que probé Stella, me la dieron ciega y me pareció espantosa, aun sin saber qué estaba tomando. Horripilante, en ambas ocasiones casi la escupo.
Claro que cada uno es libre de hacer su cerveza como más le parezca y vea conveniente. Está después en cada uno decidir. Lo que me revienta, y mucho, es que para poder vender esa basura como cerveza Premium (que de premium tiene lo que yo de coreano) degradaron Staropramen (y por ende Braník), que nunca fue una gran cerveza, pero sí correcta, hasta el punto de hacerla intomable. En el proceso se cagaron en toda la tradición de la cervecería checa, redujeron el tiempo de reposo de las cervezas y las empezaron a elaborar con jarabe de maiz.
Es por eso que no sólo he decidido boicotear Stella Artois y los lugares donde me quieran vender esa porquería, sino todas las cervezas de InBev.