La cervecera escocesa BrewDog en su corta historia ha ganado una importante reputación. En parte debida a su muy inteligente marketing que, a diferencia de varias otras cervecerías, se basa en productos de calidad.
Mi primera experiencia con sus cervezas fue con la Punk IPA que si bien me gustó no me voló la cabeza, tal como lo prometía la etiqueta. En pocas palabras, buena cerveza, pero tendría que callarse un poco la boca.
Salteándome los prototipos, porque fueron sólo eso, prototipos, el resto de las cervezas que probé me gustaron, y mucho, culminando en la brillante Paradox Smokehead. Cerveza que se ha convertido en un objeto casi de culto para muchos aficionados.
Ya pensaba que después de Pradaox, BrewDog no podría superarse a sí mismo. Entonces abrí la botella de BrewDog Tokio.
La había comprado en el Vanoční Pivní Festival. La última de las cervezas que ma había traído a casa. No había pensado tomarla ese día. Era un lunes a la tarde, mi mujer no estaba en casa y yo estaba sentado tomando una Scheider Weisse (rica, pero Primátor Weizenbier me gusta más) acompañada por čabajka, mientras por Facebook torturaba a mis amigos cerveceros de Argentina que, debido a la diferencia horaria, todavía estaban en la oficina.
En un claro gesto de solidaridad, decidí abrir la Tokio para compartirla virtualmente con ellos. Qué buena decisión!
Esta Imperial Stout elaborada con arándanos rojos y jazmín es más oscura que el futuro. Absorbe la luz. Poca espuma, de esperarse en una cerveza con 12%ABV. El aroma me recordó un poco a la X33, quizás un poco más seco. Poco que ver con otras Stouts imperiales o plebeyas que había probado antes. El primer trago llena la boca y la abofetea con cariño, es tremendamente compleja, de nuevo le encontré un parecido a la X33, pero más de pariente lejano, por un lado, y por otro, intensas notas tostadas y secas de una stout. De algún modo estas dos tan distintas personalidades encuentran un nexo y se convierten en una. El final es seco, con madera, quizás algo de tabaco. La madera (Tokio es madurada con trozos de roble, interesante opción para cerveceros caseros) gana fuerza (tanto en sabor como aroma) a medida que, muy, muy despacio, se vacía el vaso, pero nunca llega a dominar. Su alto contenido alcohólico está ahí, pero no interfiere, es como un observador independiente. Es una cerveza soberbia. Me alegra saber que me queda otra botella.
Na Zdraví!
Mi primera experiencia con sus cervezas fue con la Punk IPA que si bien me gustó no me voló la cabeza, tal como lo prometía la etiqueta. En pocas palabras, buena cerveza, pero tendría que callarse un poco la boca.
Salteándome los prototipos, porque fueron sólo eso, prototipos, el resto de las cervezas que probé me gustaron, y mucho, culminando en la brillante Paradox Smokehead. Cerveza que se ha convertido en un objeto casi de culto para muchos aficionados.
Ya pensaba que después de Pradaox, BrewDog no podría superarse a sí mismo. Entonces abrí la botella de BrewDog Tokio.
La había comprado en el Vanoční Pivní Festival. La última de las cervezas que ma había traído a casa. No había pensado tomarla ese día. Era un lunes a la tarde, mi mujer no estaba en casa y yo estaba sentado tomando una Scheider Weisse (rica, pero Primátor Weizenbier me gusta más) acompañada por čabajka, mientras por Facebook torturaba a mis amigos cerveceros de Argentina que, debido a la diferencia horaria, todavía estaban en la oficina.
En un claro gesto de solidaridad, decidí abrir la Tokio para compartirla virtualmente con ellos. Qué buena decisión!
Esta Imperial Stout elaborada con arándanos rojos y jazmín es más oscura que el futuro. Absorbe la luz. Poca espuma, de esperarse en una cerveza con 12%ABV. El aroma me recordó un poco a la X33, quizás un poco más seco. Poco que ver con otras Stouts imperiales o plebeyas que había probado antes. El primer trago llena la boca y la abofetea con cariño, es tremendamente compleja, de nuevo le encontré un parecido a la X33, pero más de pariente lejano, por un lado, y por otro, intensas notas tostadas y secas de una stout. De algún modo estas dos tan distintas personalidades encuentran un nexo y se convierten en una. El final es seco, con madera, quizás algo de tabaco. La madera (Tokio es madurada con trozos de roble, interesante opción para cerveceros caseros) gana fuerza (tanto en sabor como aroma) a medida que, muy, muy despacio, se vacía el vaso, pero nunca llega a dominar. Su alto contenido alcohólico está ahí, pero no interfiere, es como un observador independiente. Es una cerveza soberbia. Me alegra saber que me queda otra botella.
Na Zdraví!
Llegarán algun dia estos productos a estas tierras del sur? :) Por lo pronto sigo sufriendo leyendote! :)
ResponderBorrar