Por primera vez desde nuestra boda nos vinieron a visitar mis padres (bueno, en realidad, vinieron a visitar a nuestra hija, su primera nieta) y el otro día fuimos con ellos y mis suegros a dar un paseo no cervecero por Mělník.
A pesar de vivir relativamente cerca, nunca habíamos ido a pesar de tener buenas referencias sobre la cuidad. Mělník se encuentra a 37km al Norte de Praga y está dominada por el chateau y la torre de la iglesia de San Pedor y Pablo. A pesar de las tareas de refacción que se están llevando a cabo en varias de las calles del casco hitórico, la cuidad es muy bonita incluso con algunos toques de decadencia.
El Chateau está ubicado justo sobre la confluencia de los dos ríos más grandes de la Rep. Checa, el Moldava y el Elba y la vista desde allí es fabulosa. En las empinadas cuestas a los pies del palacio hay viñedos. Es que ésta es también una zona vitvinícola, mucho más pequeña y menos reconocida que la de Morava del Sur, pero según los que saben, con algunos vinos de calidad comparable.
Y como en toda zona vitivinícola checa, estas fechas son temporada de burčák, el cual pudimos disfrutar en su versión tinta antes de sentarnos a comer.
Habíamos llegado a la hora del almuerzo y todos estábamos con hambre. Había dos pequeños inconvenientes, el primero, no teníamos demasiado tiempo, queríamos hacer una excursión en bote que salía a las dos, el segundo, el carrito del bebé, con el correspondiente bebé, lo cual limitaba nuestras opciones.
Tuvimos suerte de encontrar al restaurant del hotel U Rytířů, con un patio justo a los pies de la torre de la iglesia que tenía suficiente lugar como para acomodarnos a todos.
El servicio fue muy profesional y eficiente, aunque un tanto lento al principio. La cerveza, Budvar bastante bien tirada. La comida, espectacular. Me pedí un vepřo-kndelo-zelo (carne de cerdo, knedlíky de pan y col roja cocida) que debe ser uno de los mejores que he comido en restaurantes. Porción bien abundante (justificando el ligeramente elevado precio para lo que es el almuerzo), carne bien tierna y sabrosa y la col cocida a su punto justo.
Luego de tomar una copa más de burčák de postre fuimos hasta el bote. Tuvimos que apurar un poco el paso, había que bajar hasta el río y caminar un poco más para encontrar el muelle, pero llegamos a tiempo.
El viaje fue muy lindo. El bote arranca casi debajo del castillo, la vista es sacada de una postal. El día estaba muy agradable para estar sentado en la cubierta y disfrutar del aire fresco. Una vez que el bote deja atrás la cuidad, la presencia humana va gradualmente desapareciendo de la vera del río, hasta hacerse nula, con excepción de algunos pescadores y ciclistas. Salvo el suave ruido del motor (y los no tan suaves llantos de mi hija) el silencio es casi total y uno no puede evitar relajarse (una vez que mi hija dejó de llorar), más cuando se tiene en frente una buena cerveza.
Sí, en un bote en medio de la Rep. Checa tenían buena cerveza tirada, Březňák 10°. Hacía mucho, mucho que no la tomaba y me sorprendió lo rica que es, ligera, con un perfil lupulado similar a la Pilsner Urquell y con suficiente base maltosa como para darle un buen balance. Cerveza ideal para un momento como ése, la disfruté mucho una vez que me hija se durmió.
Luego de la excursión volvimos al centro de Mělník para pasear un poco más y tomar un poco más de burčák. Entramos al patio del chateu. Muy lindo, con toques muy renacentistas en la arquitectura. Había un café que parecía sacado de un palacio vienés. Tuve que resistir la tentación de tirarme en uno de esos sillones barrocos y llenarme con riquísimas tortas. El restaurant que funciona en el chateau también es muy lindo, con enormes ventanales dando al río y una atmósfera muy particular. Con mi mujer nos prometimos que algún día iríamos a comer algo.
Me sorprendió mucho Mělník y la pasamos todos muy bien en esta salida en familia. Como destino cervecero, no es gran cosa, pero sí es una buena alternativa para hacer una excursión desde Praga, es fácil de llegar allí, hay varios trenes y autobuses y se puede estar seguro de que no se encontrarán con muchos turistas.
Na Zdraví!
PD: Perdón por la falta de fotos de cerveza y comida, pero me había dejado la cámara en casa y fue difícil hacer que mis viejos sacaran fotos de algo que no sea su nieta.
A pesar de vivir relativamente cerca, nunca habíamos ido a pesar de tener buenas referencias sobre la cuidad. Mělník se encuentra a 37km al Norte de Praga y está dominada por el chateau y la torre de la iglesia de San Pedor y Pablo. A pesar de las tareas de refacción que se están llevando a cabo en varias de las calles del casco hitórico, la cuidad es muy bonita incluso con algunos toques de decadencia.
El Chateau está ubicado justo sobre la confluencia de los dos ríos más grandes de la Rep. Checa, el Moldava y el Elba y la vista desde allí es fabulosa. En las empinadas cuestas a los pies del palacio hay viñedos. Es que ésta es también una zona vitvinícola, mucho más pequeña y menos reconocida que la de Morava del Sur, pero según los que saben, con algunos vinos de calidad comparable.
Y como en toda zona vitivinícola checa, estas fechas son temporada de burčák, el cual pudimos disfrutar en su versión tinta antes de sentarnos a comer.
Habíamos llegado a la hora del almuerzo y todos estábamos con hambre. Había dos pequeños inconvenientes, el primero, no teníamos demasiado tiempo, queríamos hacer una excursión en bote que salía a las dos, el segundo, el carrito del bebé, con el correspondiente bebé, lo cual limitaba nuestras opciones.
Tuvimos suerte de encontrar al restaurant del hotel U Rytířů, con un patio justo a los pies de la torre de la iglesia que tenía suficiente lugar como para acomodarnos a todos.
El servicio fue muy profesional y eficiente, aunque un tanto lento al principio. La cerveza, Budvar bastante bien tirada. La comida, espectacular. Me pedí un vepřo-kndelo-zelo (carne de cerdo, knedlíky de pan y col roja cocida) que debe ser uno de los mejores que he comido en restaurantes. Porción bien abundante (justificando el ligeramente elevado precio para lo que es el almuerzo), carne bien tierna y sabrosa y la col cocida a su punto justo.
Luego de tomar una copa más de burčák de postre fuimos hasta el bote. Tuvimos que apurar un poco el paso, había que bajar hasta el río y caminar un poco más para encontrar el muelle, pero llegamos a tiempo.
El viaje fue muy lindo. El bote arranca casi debajo del castillo, la vista es sacada de una postal. El día estaba muy agradable para estar sentado en la cubierta y disfrutar del aire fresco. Una vez que el bote deja atrás la cuidad, la presencia humana va gradualmente desapareciendo de la vera del río, hasta hacerse nula, con excepción de algunos pescadores y ciclistas. Salvo el suave ruido del motor (y los no tan suaves llantos de mi hija) el silencio es casi total y uno no puede evitar relajarse (una vez que mi hija dejó de llorar), más cuando se tiene en frente una buena cerveza.
Sí, en un bote en medio de la Rep. Checa tenían buena cerveza tirada, Březňák 10°. Hacía mucho, mucho que no la tomaba y me sorprendió lo rica que es, ligera, con un perfil lupulado similar a la Pilsner Urquell y con suficiente base maltosa como para darle un buen balance. Cerveza ideal para un momento como ése, la disfruté mucho una vez que me hija se durmió.
Luego de la excursión volvimos al centro de Mělník para pasear un poco más y tomar un poco más de burčák. Entramos al patio del chateu. Muy lindo, con toques muy renacentistas en la arquitectura. Había un café que parecía sacado de un palacio vienés. Tuve que resistir la tentación de tirarme en uno de esos sillones barrocos y llenarme con riquísimas tortas. El restaurant que funciona en el chateau también es muy lindo, con enormes ventanales dando al río y una atmósfera muy particular. Con mi mujer nos prometimos que algún día iríamos a comer algo.
Me sorprendió mucho Mělník y la pasamos todos muy bien en esta salida en familia. Como destino cervecero, no es gran cosa, pero sí es una buena alternativa para hacer una excursión desde Praga, es fácil de llegar allí, hay varios trenes y autobuses y se puede estar seguro de que no se encontrarán con muchos turistas.
Na Zdraví!
PD: Perdón por la falta de fotos de cerveza y comida, pero me había dejado la cámara en casa y fue difícil hacer que mis viejos sacaran fotos de algo que no sea su nieta.
Vos si que vivis adentro de una postal! Que lugares espectaculares!
ResponderBorrarCreo que si alguna vez llego a cumplir con el sueño de recorrer algo de Europa, Chequia tiene que estar dentro del plan.
a mi me tendrás que llevar cuando vaya a visitar a mi sobri ehhhhh...ajaja
ResponderBorrarBESOS BROTHER!
Tu blog está cada vez mejor!
Precisamente para esta noche tenía preparada una Breznák (no me deja pegar los caracteres especiales), la beberé a tu salud.
ResponderBorrarEspectaculares paisajes los de esas tierras, visita obligatoria.
Estimado Pivní Filosof,
ResponderBorrarNo hay nada mejor que disfrutar de la compañía de nuestros padres. El viaje fue por supuesto espectacular...
Un abrazo,
Jean Claudi.
Muy buena nota , imagino la chochera de sus padres con la pequeña , como digo yo se emboludecieron , nos paso a todos .
ResponderBorrarun saludo
omar
Buenas las fotos, felicidades por tener a tus viejos en casa.
ResponderBorrarUn abrazo.