Cuando hablé por primera vez de la "Carrera de los Grifos", U Prince Miroslava, en Praga 5, era el líder con 13. Ya no lo es más.
El otro día, al inagurar un nuevo sistema con 12 grifos, que se sumaron a cuatro que ya estaban de antes, Zlý Časy se convirtió en el nuevo líder con 16 grifos.
No me sorprendió, Hanz, el dueño, me había contado sus planes hace ya un año, creo. Igual, cuando me enteré al principio me puse contento, pero después aparecieron un par de dudas. La primera, la diversidad de las cervezas: de qué sirve tener 16 grifos si 14 van a tener lagers rubias? Hay, seguro, gente a quienes tener tanto de lo mismo para elegir, pero para mí no es esa la idea. La segunda duda, la frescura de las cervezas. Conociendo a Hanz como lo conozco, sé que ofrecería tantas cervezas de micros como le fuese posible y la mayoría de las micros checas no filtran. Las nefiltrované checas son maravillosas, pero no se caracterizan por su larga vida; un barril tiene que venderse como máximo en dos días, y de hecho, incluso las cervezas filtradas y pasteurizadas no se mantienen frescas por demasiado tiempo una vez que el barril fue pinchado. Tenía miedo de encontarme con algo similar a lo que me pasó la última vez que fui a U Radnice.
La visita del colega Knut Albert fue la excusa perfecta como para ir al templo cervecero de Nusle (como si necesitase alguna) y ver cómo los 16 grifos estaban funcionando.
El rack de 12 grifos ocupa casi todo el ancho del bar. Tiene un aspecto demasiado industrial para la onda de la hospoda (pueden ver una foto al fondo de esta página) y las cervezas están listadas en papeles escritos a mano clavados en la viga de madera arriba del bar.
La selección de cervezas era la siguiente: Dos desítky světlé (una sin filtrar), seis ležáky světlé (dos de 11° Balling, el resto de 12°, en total, cuatro sin filtrar), una lager rubia de 14° Balling, una Polotomavé con la misma graduación, dos cervezas de trigo (una con gengibre), una cerveza ahumada checa, una Scotch Ale checa y dos cervezas alemanas (una Oktoberfest y una Rauch). La falta de, al menos, una lager oscura es una falla importante, igual, la variedad no estaba tan mal para lo que es el mercado checo.
Quedaba ver el tema de la frescura. Empezamos con la excelente Tambor 11°, una světlý ležák como debe ser, frescura del lúpulo Saaz sobre una sólida base de malta. Le siguió otra světlý ležák, la de Chotěboř, una de las nuevas "micro-industriales" que han abierto este año. En este caso, la cerveza estaba sin filtrar y tenía un grado Balling más que la Tambor, había mucha más fruta y algo de pan blanco fresco, muy rica también.
Knut eligió la Harrach Kouřované (ahumada) para la siguiente ronda, básicamente, una svetlý ležák con bastante lúpulo donde quizás algo de la malta caramelo fue reemplazado por rauchmaltz. Muy, muy rica.
Teníamos ganas de tomar una de trigo, justo cuando estábamos terminando el vaso de la Harrach vimos como tiraban las últimas gotas de la Zvíkov Rarášek, una genial cerveza de trigo con gengibre, así que no nos quedó más remedio que pedirnos la pšenka de Pivovar Matouška, qué cruel es la vida. Esta Weizen no es del tipo que le gustan mucho a Knut, pero a mí me encanta, en especial ese final lleno de especias.
Pasamos entonces a Ken la Scotch Ale de Pivovar Kocour. No gustó del todo. Estaba servida demasiado fría y el lúpulo parecía con ganas de irse a otro lado. Tomable, sí, pero a mi gusto le faltaba balance.
Terminamos la velada volviendo a una světlý ležák nefiltrovaný. Esta vez proveniente del no del todo consitente Pivovar Kozlíček, Horní Dubenky. Por suerte la cerveza estaba tan buena como aquella primera vez que la probé hace ya más de un año. Puede ser que haya tenido suerte, puede ser que el dueño y cervecero Milan Kozlíček ya hay ajustado las tuercas luego de la expansión de su microcervecería.
Más allá de gustos y diversidad estilística, me puso muy contento comprobar que todas y cada una de las cervezas estaban en muy buena forma, todas sabían frescas. No probé todas (de haber sido así no estaría escribiendo esto hoy) y puede ser que hayamos tenido suerte, pero la muestra es bastante significativa.
Otras cosas que me pusieron contento ver:
Era martes a la noche y el lugar estaba lleno, todos estaban tomando cerveza. Los precios por medio litro iban desde las 22CZK por las desítky a las 55CZK por las alemanas, la checa más cara era la Kocour a 45CZK. Estábamos sentados justo frente al bar y pude ver que lo que más se vendía no eran las cervezas más baratas, la gente probaba cervezas distitnas.
En las heladeras me encontré con botellas de varias micros checas, y no sólo botellas de plástico como es la costumbre, sino de vidrio. Las más lindas eran las de Matouška, una botellas muy finas de, creo 75cl, con tapón corona. Knut se llevó una linda selección y vimos también a varios que compraban botellas para llevarse a casa.
Todo esto es muy alentador y pone muy contento por Hanz y el resto de las personas que trabajan en Zlý Časy. Cuando fui por primera vez hace más o menos un año y medio tenían solamente cuatro grifos y recién estaban empezando con el modelo de cervezas rotativas, hoy ya son, sin duda, el destino cervecero número uno en Praga. Bien por ellos y espero que sigan los éxitos.
Na Zdraví!
El otro día, al inagurar un nuevo sistema con 12 grifos, que se sumaron a cuatro que ya estaban de antes, Zlý Časy se convirtió en el nuevo líder con 16 grifos.
No me sorprendió, Hanz, el dueño, me había contado sus planes hace ya un año, creo. Igual, cuando me enteré al principio me puse contento, pero después aparecieron un par de dudas. La primera, la diversidad de las cervezas: de qué sirve tener 16 grifos si 14 van a tener lagers rubias? Hay, seguro, gente a quienes tener tanto de lo mismo para elegir, pero para mí no es esa la idea. La segunda duda, la frescura de las cervezas. Conociendo a Hanz como lo conozco, sé que ofrecería tantas cervezas de micros como le fuese posible y la mayoría de las micros checas no filtran. Las nefiltrované checas son maravillosas, pero no se caracterizan por su larga vida; un barril tiene que venderse como máximo en dos días, y de hecho, incluso las cervezas filtradas y pasteurizadas no se mantienen frescas por demasiado tiempo una vez que el barril fue pinchado. Tenía miedo de encontarme con algo similar a lo que me pasó la última vez que fui a U Radnice.
La visita del colega Knut Albert fue la excusa perfecta como para ir al templo cervecero de Nusle (como si necesitase alguna) y ver cómo los 16 grifos estaban funcionando.
El rack de 12 grifos ocupa casi todo el ancho del bar. Tiene un aspecto demasiado industrial para la onda de la hospoda (pueden ver una foto al fondo de esta página) y las cervezas están listadas en papeles escritos a mano clavados en la viga de madera arriba del bar.
La selección de cervezas era la siguiente: Dos desítky světlé (una sin filtrar), seis ležáky světlé (dos de 11° Balling, el resto de 12°, en total, cuatro sin filtrar), una lager rubia de 14° Balling, una Polotomavé con la misma graduación, dos cervezas de trigo (una con gengibre), una cerveza ahumada checa, una Scotch Ale checa y dos cervezas alemanas (una Oktoberfest y una Rauch). La falta de, al menos, una lager oscura es una falla importante, igual, la variedad no estaba tan mal para lo que es el mercado checo.
Quedaba ver el tema de la frescura. Empezamos con la excelente Tambor 11°, una světlý ležák como debe ser, frescura del lúpulo Saaz sobre una sólida base de malta. Le siguió otra světlý ležák, la de Chotěboř, una de las nuevas "micro-industriales" que han abierto este año. En este caso, la cerveza estaba sin filtrar y tenía un grado Balling más que la Tambor, había mucha más fruta y algo de pan blanco fresco, muy rica también.
Knut eligió la Harrach Kouřované (ahumada) para la siguiente ronda, básicamente, una svetlý ležák con bastante lúpulo donde quizás algo de la malta caramelo fue reemplazado por rauchmaltz. Muy, muy rica.
Teníamos ganas de tomar una de trigo, justo cuando estábamos terminando el vaso de la Harrach vimos como tiraban las últimas gotas de la Zvíkov Rarášek, una genial cerveza de trigo con gengibre, así que no nos quedó más remedio que pedirnos la pšenka de Pivovar Matouška, qué cruel es la vida. Esta Weizen no es del tipo que le gustan mucho a Knut, pero a mí me encanta, en especial ese final lleno de especias.
Pasamos entonces a Ken la Scotch Ale de Pivovar Kocour. No gustó del todo. Estaba servida demasiado fría y el lúpulo parecía con ganas de irse a otro lado. Tomable, sí, pero a mi gusto le faltaba balance.
Terminamos la velada volviendo a una světlý ležák nefiltrovaný. Esta vez proveniente del no del todo consitente Pivovar Kozlíček, Horní Dubenky. Por suerte la cerveza estaba tan buena como aquella primera vez que la probé hace ya más de un año. Puede ser que haya tenido suerte, puede ser que el dueño y cervecero Milan Kozlíček ya hay ajustado las tuercas luego de la expansión de su microcervecería.
Más allá de gustos y diversidad estilística, me puso muy contento comprobar que todas y cada una de las cervezas estaban en muy buena forma, todas sabían frescas. No probé todas (de haber sido así no estaría escribiendo esto hoy) y puede ser que hayamos tenido suerte, pero la muestra es bastante significativa.
Otras cosas que me pusieron contento ver:
Era martes a la noche y el lugar estaba lleno, todos estaban tomando cerveza. Los precios por medio litro iban desde las 22CZK por las desítky a las 55CZK por las alemanas, la checa más cara era la Kocour a 45CZK. Estábamos sentados justo frente al bar y pude ver que lo que más se vendía no eran las cervezas más baratas, la gente probaba cervezas distitnas.
En las heladeras me encontré con botellas de varias micros checas, y no sólo botellas de plástico como es la costumbre, sino de vidrio. Las más lindas eran las de Matouška, una botellas muy finas de, creo 75cl, con tapón corona. Knut se llevó una linda selección y vimos también a varios que compraban botellas para llevarse a casa.
Todo esto es muy alentador y pone muy contento por Hanz y el resto de las personas que trabajan en Zlý Časy. Cuando fui por primera vez hace más o menos un año y medio tenían solamente cuatro grifos y recién estaban empezando con el modelo de cervezas rotativas, hoy ya son, sin duda, el destino cervecero número uno en Praga. Bien por ellos y espero que sigan los éxitos.
Na Zdraví!
Menuda envidia amigo, ojalá pudieramos disfrutar aquí en España de esa variedad y sobretodo de esa calidad de cervezas!!! Salud y libertad!!
ResponderBorrarEn España hay algunos sitios que tienen 10 ó doce grifos, pero lo importante es lo que sale por allí, The Drunk Monk tiene 6 grifos con una calidad siempre irreprochable, lo único que es solo una cervecería belga, pero siempre tiene muy buena cerveza y con una rotación imbatible. La cervecería Internacional de Sevilla también tiene muchos grifos y en Barcelona es corriente encontrar algunos pubs con 7 u 8 grifos.
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