Existe un gran motiv por el cual los críticos profesionales de restaurantes visitan el mismo lugar varias veces antes de escribir sus reseñas. Necesitan evaluar la consistencia, no solo de la comida, sino también del servicio, la atmósfera y todas las otras variables que hacen a un restaurante.
Yo no soy un crítico profesional. Mis reseñas de pubs deben ser tomadas como las recomendaciones de un amigo. Los criterios que uso para evaluar un boliche son bastante simples: qué tan bueno es el segundo 50% que hace a una cerveza, los precios (o mejor dicho, el valor) y qué tan cómodo me siento ahí. Si un pub la pega en esos tres parámetros, voy a querer volver visitarlo en algún momento en el futuro, y si quiero volver a visitarlo en algún momento en el futuro, lo voy a recomendar. Esto es exactamente lo que me pasó hace un par de semans en U Krkouna. La había pasado bien hablando con el dueño y las cervezas de Dalešice estaban bárbaras. Esta historia podría haber terminado ahí si uno de mis lectores en el Prague Post, Zizkovian, no hubiese dajado un comentario relatando la espantosa experiencia que tuvo en U Krkouna.
Pueden leer el comentario completo acá, pero si no tienen ganas, la cosa fue más o menos así: Zizkovian fue a U Krkouna con su mujer, la estaban pasando dentro de todo bien hasta que se dieron cuenta que había gente, hombres y mujeres, falopéandose en los dos baños. Zizkovian se quejó con la mujer que estaba atendiendo el bar. La mina esta se le rió en la cara y uno de los miembros del grupo consumidor del azúcar boliviana lo termine medio amenazando. De más está decir que agarró a su mujer y se las tomó prometiéndose nunca más volver.
Aunque Zizkovian no me hechó la culpa de su mala experiencia, me sentí un poco mal porque fue mi recomendación lo que los llevó a U Krkouna. También me hizo acordar lo mucho que las reseñas de pubs dependen de la suerte y me hizo preguntarme si había sido yo el que había tenido buena suerte y cosas como estas pasan en U Krkouna todos los días, o si había sido mi lector el que había tenido mala suerte y esto no fue más que un desgraciado evento en lo que de otro modo es un lindo boliche. Sea lo que sea, y hasta tener más referencias de este lugar, no puedo seguir recomendando a U Krkouna en buena fe. Pero tampoco me siente demasiado triste al respecto, después de todo, en Žižkov no hay una escacez de buenos boliches con buena cerveza (y pronto estaré hablando de un par de pubs nuevos).
Na Zdraví!
Me quedo con tu reflexión final y creo que salvando sitios muy concretos sobre los que mucha gente coincide en hablar mal, las experiencias negativas son hechos aislados. No debemos olvidar que, al igual que nos pasa a cualquiera de nosotros, hasta el tipo más majo y que mejor trabaja detrás de una barra puede tener un mal día. E incluso lo que para alguien puede ser un local estupendo con un servicio atento, educado y cuidadoso, para otro puede ser excesivamente observador o molesto. De ahí que haya casi tantos bares diferentes como gustos y/o clientes. Para mí, lo mejor que se puede hacer tras una experiencia negativa, si nos es posible, es reprobar para contrastar.
ResponderBorrarSaludos!