Me encanta ir a lugares nuevos. Me encanta la sensación de cruzar una puerta por primera vez, siempre esperando encontrarme con el próximo gran pub o café; o al menos encontrarme con alguien con alguna historia interesante que contar. Lamentablemente, ya no tengo tanta renta o tiempo disponible como solía y lo que tengo prefiero gastarlo en la comodidad de la certeza que en la aventura de lo desconocido. Mi laburo, sin embargo, en ocasiones me lleva a territorios desconocidos, o mejor dicho, a territorios que hace rato no les he trazado un mapa, una oportunidad que siempre es bienvenida.
El miércoles pasado terminé con una clase cerca del parque Klamovka, en Praga 5, y tenía más de una hora para matar antes de ir a ver a un cliente nuevo en Petřiny. Excelente excusa para ir a visitar a Zahradní Restaurace Klamovka.
Era uno de esos hermosos y soleados días de principios de otoño, pero aun así estaba un tanto demasiado fresco para sentarse afuera en la sombra; una lástima, Klamovka tiene uno de los jardines cerveceros más lindos de la ciudad. Iba a tener que tomar adentro.
Siempre que voy a un lugar nuevo, prefiero sentarme en el bar, o al menos en alguna mesa desde donde pueda ver bien lo que el grifero hace con las cervezas. No fue posible aquí. El bar es casi diminuto y está al lado de la cocina. No tenía ganas de terminar oliendo como una vieja Chicken McNugget que ha pasado por una experiencia traumática. Fui al salón principal, amplio, espacioso, anodino, pero cómodo (y vacío). La única compañía eran las pantallas de TV puestas en un canal musical (por suerte, no MTV).
La camarera vino apenas asenté mi trasero. Pedí una Pilsner Urquell, que me fue traída bien rápido y que resultó ser una de las peores pintas de Gambrinus que tomé en mucho tiempo. Quizás debería haberme quejado, pero tenía ganas. Terminé la birra a regañadientes, pagué y me fui.
¡Qué frustración! Me podría haber sentado ahí durante un par de cervezas haraganas mientras leía mi libro (tomar una birra despacio mientras se lee un libro en un bar tranquilo, uno de los mayores pequeños placeres de la vida), pero ese medio litro de abominación no lo permitió. Así que me quedé con todavía bastante tiempo para matar, sin lugar para matarlo, y no esperaba que en Petřiny haya algo que valga la pena. Supe tener un cliente en ahí, y me acuerdo que las opciones eran bastante tristes, un par de pizzerías y un bolichón Gambrinus de los feos. Pensé en buscar un lugar para sentarme al sol y leer, pero decidí tomarme el 191, a lo mejor podría pasear un poco por el barrio.
Por supuesto, la historia no termina acá.
En mis años de choborra errante debo haber desarrollado un instinto especial. Ya saben, ese que, antes de cruzar una calle, hace que mire alrededor prestándole atención a otras cosas además del tráfico; ese que a veces me hace doblar en una esquina cuando podría seguir caminando derecho; ese que el otro día hizo que me baje del bondi dos paradas antes, en Koleje Větrník.
La palabra checa “Kolej” tiene varios significados, uno de ellos es “residencia estudiantil”, y las residencias estudiantiles suelen estar equipadas con aguaderos, esta era uno de ellos. Crucé un estacionamiento, doblé a la derecha en Na Větrníku y vi un cartel que me dirigía a Kavárna do Větru.
No puedo decir que fue amor a primera vista. El café está ubicado en uno de esos edificios construidos en el estilo gris y deprimente que a los comunistas les gustaba tanto. Sin embargo, un cartel de Únětické Pivo debajo de una de las ventanas con feos barrotes negros fue suficiente como para animarme a ver qué había adentro, siempre lo es. Una chica, de esas que son lindas y no lo saben, o no les importa, me recibió en la puerta con una sonrisa franca y me animó a entrar.
Adentro, do Větru resultó ser muy lindo. Es uno de esos cafés de la nueva camada de los que hablaba el otro día. Es no fumadro, y está dividido básicamente en dos salones (con un tercero en preparación) y tienen un pequeño jardín en la parte trasera. Está muy agradablemente amueblado, con un toque humano y no de comité de marketing. Es muy acogedor, el tipo de lugar que te hace bajar un par de cambios apenas entrás.
Seguí a esta chica, me senté al bar y pronto estaba charlando con ella. Me contó que el boliche había abierto hace casi un año. La cerveza estaba bien. Tomé desítka, filtrada, sabía fresca y estaba razonablemente bien hecha (solo una observación, válida para cualquier que tira cerveza, enjuaguen los vasos con agua fría antes de servir). Me quedé por dos birras, me hubiese encantado quedarme por un par más, pero el deber llamaba. No hay problema, voy a volver de eso estoy seguro.
Es curioso a veces las vueltas que da la vida. Sin esa pinta pedorra en Klamovka, me habría quedado bastante a gusto en ese olvidable boliche del montón. Sin esa pinta pedorra, no habría encontrado esta joya oculta. Quizás debería estarle agradecido.
Na Zdraví!
Zahradní Restaurace Klamovka
50°4'17.342"N, 14°22'39.447"E
Klamovka 2051 – Prague 5
provozni@zahradnirestaurace.cz - +420 602 141 014
Lun-Dom: 11-24
Kavárna do Větru
50°5'16.994"N, 14°21'9.787"E
Za Zahradou 5 – Praga 6
+420 777 965 972
Lun-Sáb: 15-01, Dom: 15-24
capo
ResponderBorrarsaludos
omar
"tomar una birra despacio mientras se lee un libro en un bar tranquilo, uno de los mayores pequeños placeres de la vida" --> suscribo letra por letra.
ResponderBorrarBonita historia. Encontrarse con buenos bares de forma inesperada es siempre muy agradable, lástima que, como dices, hoy en día es difícil encontrar tiempo para explorar la ciudad donde vivimos y tiramos siempre a lo bueno conocido.
ResponderBorrarAhoj Max,
ResponderBorrarHace años (bastantes) pernocte algunos veranos en ese kolej... Que recuerdos...
Besinos, Ra.
Pd. El último para la ansiada segunda parte???
No te lo tomes a mal. Escribo tus contrandicciones descontextualizadas entre " "
ResponderBorrar"prefiero gastarlo en la comodidad de la certeza que en la aventura de lo desconocido"
"Pensé en buscar un lugar para sentarme al sol y leer, "
"Es curioso a veces las vueltas que da la vida."
"Seguí a esta chica, me senté al bar y pronto estaba charlando con ella."
"Es curioso a veces las vueltas que da la vida."
Existes sin contexto? El contexto justifica la comprension de tu mensaje alos extraños q no ha compartido tu Deu nunca?
Dame un 0.
Saludos
Alex
GLOPS
¿¿??
BorrarMiar Max, lo que estás contando más que con la birra tiene que ver con la vida. El que se queda se lo pierde y el que persevera se lo encuentra. Te pondré dos ejemplos de mis dos ultimos viajes a Praga.
ResponderBorrarEn 2010 mi primera noche fui a cenar al Klub. Seis birras diferentes. Pasé del trigo de primator, no es mi estilo y la había bebido en Dobra trafika a la mañana. parecía zumo de plátano para mí.. Bebí Stepan, la del Dum (entonces no había Brevnov), una con la dirección postal del bar, una 17 que entraba como un refresco (qué peligro) y la bernard negra que conocía del café Retezova, buenísma. Quedaba dos saborizadas. No me gustan las saborizadas. Opat Jahova es la peor birra que he bebido en mi vida. Si le quitas el alcohol se la puedes vender a las niñas con el nombre de Hello Kitty beer. Mi amigo me dijo vámonos y yo le dije que iba a beber la otra saborizada. Gracias a eso probé Rambousek a la miel de castaña. Tuve premio. Absolutamente tremenda. Aunque reconozco que cuando la bebí en 2012 en Zly casy no me impresionó tanto,
Pero en 2012 también tuve premio. Un día me fui hasta el Lipy sospechando que estaba cerrado. Pero gracias a eso encontré Urquell sin filtrar en Planet Zizkov. Ya sé que no es Na Parkanu, pero pocos tipos de mi pueblo pueden contar que la han bebido. Además, luego fui a la Ciudad Vieja a seguir mi ruta de brewpubs. Bebí mi amada Old gott. Conocí U Dvou Kocek (rica negra) y U tri Rozy (me gustó mucho). ¿Y luego? perseveré. Volví a U Valsu. Y el que persevera tiene premio. Yo tuve dos. No me había gustado la birra de U valsu en mi anterior viaje, pero esa vez pude beber Rohozec después de haber encontrado cerrado Big Levowsky y, sobre todo, irme hasta Holezovice para descubrir que en Rohozezca Hospudka hay una imbécil con bigote maleducada que sirve Pardal.
¿Y el otro premio? Enre el Belén y U Valsu me topé con un bar que daba Kout. Ya no necesité el Lipy.
En resumen. Nadie encuentra si no busca.
Entiendo que nadie es capaz de dar un 0.
ResponderBorrarExcelente!! La vida misma!! jeje!
ResponderBorrarAbrazo,
Federico.