Un par de semanas atrás, mientras íbamos al mercado de los sábados en Dejvice, le pregunté a mi hija qué quería para cenar. Pato, dijo (¿no tengo la mejor hija del mundo?). Por algún motivo que ya he olvidado, asar un pato entero no estaba en los papeles. Por suerte, uno de los puestos tenía pechugas de pato y compré tres. Mientras tomaba una birra después de hacer las compras, me puse a pensar cómo las iba a cocinar.
Esto es lo que se me ocurrió. Van a necesitar:
- Pechugas de pato (por supuesto), deshuesadas
- 250-300ml de buena lager rubia (cualquier cerveza rubia podría funcionar, incluso una IPA)
- 2-3 (dependiendo de qué tan espesa sea) cucharadas de mermelada de grosella roja (o cualquier otro tipo de baya)
- 1 zanahoria mediana, pelada y cortada en cubitos
- 1 cebolla mediana, picada gruesa
- Salvia, ajedrea, mejorana
- 1 cucharita de canela
- sal, pimienta
Poner una sartén profunda a calentar hasta que llegue a una temperatura de qué-hacés-pelotudo-querés-prenderle-fuego-a-la-casa grados y poner las pechugas ya condimentadas con el lado de la piel hacia abajo. Dejarlas freír hasta que la piel se ponga marrón y darlas vuelta. No hace falta nada de aceite, la maravillosa grasa de abajo de la piel del pato se va a encargar de todo muy bien. Freír las pechugas por un par de minutos y retirarlas de la sartén. Bajar el fuego un poco y agregar las verduras y luego las hierbas. Revolver todo hasta que la cebolla tome algo de color. Agregar la cerveza, dejar que baje la espuma, y agregar la mermelada de a una cucharada por vez y revolviendo para que no se pegue en el fondo. Revolver, dejando que hierva un rato y volver a poner las pechugas, esta vez con la piel hacia arriba. Tapar la sartén y guisar con calma por unos 40-45 min. Si al final la salsa está demasiado ligera, se la puede espesar, reduciéndola por un par de minutos con el fuego al mango—traten de mantener las pechugas calientes mientras lo hacen. Listo. Delicioso. En serio.
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