A menos que alguien me dé motivo para lo contrario, tengo como política personal esperar como mínimo seis meses antes decidir si le voy a dar mi dinero a una nueva cervecería. Mis días de cazador de novedades han quedado en el pasado y quiero tener algún grado de certeza when compro una cerveza; en el mercado hay suficiente buena birra como para perder el tiempo financiando bosta.
Ese plazo ya ha pasado (hace uno o dos meses, en realidad) y, sin tener razón alguna para lo contrario, decidí que darme una vuelta por Pivovar Narodní y Pivovar U Dobřenských; ambos, brewpubs haciendo cerveza Ciudad Vieja de Praga desde el verano pasado.
Pivovar Narodní abrió en realidad en la primavera, prácticamente al lado del Teatro Nacional, pero les tomaría un par de veces más darle vida al macerador. No serían demasiado cándidos al respecto, las cervezas que vendían provenían de Kácov; si se trataba de productos hechos a pedido o re-etiquetados nunca quedó demasiado claro. El equipo de cocción, por otro lado, es originario del ya cerrado brewpub de Průhonice, y creo que el paquete incluyó al maestro cervecero.
Pero aquí me encuentro, en las tempranas horas de una tarde martes lluviosa de fines de invierno. Los interiores tienen una marcada influencia de la escuela Potrefená Husa de diseño interior, pero tipo que funciona, incluso con el escaparate de souvenirs al lado de la puerta. Puede que sea la parrilla a leña (¿o carbón?) que domina el salón. El bar también está al lado de la entrada, pero no tiene dónde sentarse. El único lugar para tomar una birra al paso es un barril parado, debajo de las escaleras que llevan al loft. Hay otro salón, más aburrido, más adentro y atrás hay un muy lindo jardín cervecero—cerrado, por supuesto.
Hay bastante gente para esta hora en un día de semana—muchos son locales—y la mayoría no está tomando cerveza (hay un grupo de cinco jóvenes que hablan en alemán, todos tomando Coca-Cola). Poder pedir mi primera birra tarda un poco demasiado. Hay un solo camarero de turno, y parece que todo el mundo llegó más o menos al mismo tiempo.
Son tres las cervezas de barril o, mejor dicho, dos y media: una Světlá 11° en versión filtrada y sin filtrar y una Polotmavá 13°; las únicas tres cervezas que hacen, y todas vendidas en esas putas porciones de 400 ml.
Pido primero la 11° filtrada, preguntándome por qué un brewpub se molesta en filtrar, y cuál de las dos versiones se vende mejor. En todo caso, lo que me traen no es lo que llamaría una buena cerveza. Está servida muy, muy fría, tanto que casi me anestesia la punta de la lengua, y empiezo a sospechar que no es por accidente: hay una nota suave pero persistente que me recuerda a cerveza de una botella PET que nunca vio el interior de una heladera, comprada una tarde de verano en una Večerka vietnamita. Prefiero no saber la forma que asumirá una vez que agarre temperatura.
Le sigue la versión más cruda. La verdad que no noto una gran diferencia en la apariencia, pero sabe mejor, y no está tan fría. No obstante, hay algo que no está del todo bien. Me siento como si escuchase una orquesta sinfónica con un flautista fuera de tiempo; a diferencia del Dr. Lecter, no puedo determinar cuál. Puede que sea la nota discordante de la cerveza anterior todavía colgada de mi paladar.
Cierro la sesión con la Polotmavá 13°. A diferencia de las otras dos, no le encuentro nada malo. Tampoco nada notablemente bueno. Es el equivalente en cerveza a un veterano empleado bancario que ya hace rato le chupa todo un huevo y solo hace lo mínimo indispensable para mantener el laburo.
Una experiencia en general poco satisfactoria. Estoy seguro que a Pivovar Nardoní mal no le va a ir mal: la comida que vi tenía buena pinta, el servicio terminó siendo bueno, los precios son razonables y tienen una ubicación de primera. Sin embargo, para mí es un boliche redundante. Para este tipo de cervezas prefiero ir a los relativamente cercanos Vinohradský Pivovar o Bašta, en donde voy a poder tomar una porción entera de mejor cerveza a mejor precio, o incluso al casi vecino U Medvídku.
Esperemos que U Dobřenských sea mejor. Tiene que serlo, es bastante más caro.
Pivovar U Dobřenských funciona en el local que supo ocupar un pub de nombre similar, pero de muy corta vida, que servía Kout na Šumavě, en la calle del mismo nombre que, por algún motivo, siempre tengo problema para encontrar. Al igual que Narodní, les tomaría uno o dos meses para poner en marcha la fábrica. A diferencia de Narodní, no cabía duda de que las cervezas que ofrecían eran las suyas y no las de otros con una camisa nueva.
Lo que destaca a esta cervecería es el uso de ingredientes no convencionales en todos sus productos, pero no a estilo Opat—productos ya terminados, saborizados con extractos o jarabes—sino que de veras usan esos ingredientes en la cocción: tribulus terrestris, salvia y espino amarillo. El precio es también algo que la destaca: dependiendo de la cerveza, 65 y 72 CZK por putas porciones de 400 ml—alrededor de 80 y 90 CZK por medio litro. Creía que era la cervecería más cara, hasta que vi la carta actualizada de Strahov.
El pub en sí es más de mi gusto. La verdad que es hermoso. Techos abovedados con ladrillo a la vista, hierro forjado, el equipo de cocción y los tanques y los grifos hechos a medida, y una hogar crean muy bonito ambiente para sentarse, al menos en la parte de adelante. El salón de atrás, con más mesas, es un poco soso en comparación.
Los únicos presentes cuando llego son un grifero y un grupo de cuatro, del cual dos parecen ser los dueños o alguien asociado al dueño, hablando de negocios—se menciona a Matuška y Hendrych en relación a un bar o un café, pero no puedo concentrarme en la conversación, el excelente Jazz que están pasando insiste en apropiarse de mi atención. Lo único que sí me sorprende es que fumar está permitido en este salón.
Arranco la sesión con la cerveza de espino amarillo, la primera en la lista. Recibo un vaso con un líquido tan turbio que en algunos lados se lo consideraría Verdadera Cerveza Artesanal. El menú ofrecedatos sobre los yuyos empleados, que quizás incluyen notas de cata, pero me abstengo de leerlo. Quiero ir ciego, confiando en mis sentidos y no lo en los ajenos. Hay una nota ligeramente ácida que presumo proviene de las bayas. Está bien balanceada, pero la cerveza no me deja contento. Necesita pulido; aunque es posible que me hayan servido el fondo de un barril. En cualquier caso, por esta guita estaba esperando algo mejor que una elaboración casera.
La siguiente en la lista es Tribulus, la más cara del montón y la cerveza insignia de la casa. Se ve mucho mejor que la anterior: más o menos el mismo color, pero mucho más límpida. No tengo la más puta idea del sabor de esta hierba, pero si me diesen la cerveza a ciegas, probablemente creería se trata de una Pale Ale de laguna denominación u otra elaborada con un varietal de lúpulo con el cual no estoy familiarizado. En otras palabras, no sabe a té helado con alcohol sino a cerveza, a una excelente. Es hermosa, brinca llena de alegría, encantada de conocerte y de ponerse a tu servicio. Una verdadera belleza.
Esto me deja con la Stout con salvia. Stout no es el estilo más aromático, y a la hierba la conozco bien (la cultivamos en el jardín y la uso mucho para cocinar), así que no me cuesta encontrarla cuando acerco la nariz al vaso. Es un aroma relativamente intenso, pero al mismo tiempo bajo control. En el paladar, por suerte, todo tiene un balance perfecto, aunque más precario. No los voy a aburrir con notas de cata, para darse una idea de cómo es esta birra, sírvanse una buena Stout, froten unas hojas de salvia con los dedos e imagínense todo eso junto, pero mejor. Es una cerveza musculosa y masculina, como un herrero. La podría tomar todo el día y no me cansaría.
Como Tribulus, Salvia Stout se ve y se siente como el producto de un Maestro Cervecero que sabe lo que hace y no tiene miedo de demostrarlo.
Si bien había oído buenos comentarios sobre las cervezas, sus precios (y porciones) me desalentaron a venir antes, pero debo decir que al final fue plata muy bien gastada (al menos en dos de tres), lo cual es mucho más de lo que puedo decir sobre Narodní. Voy a volver a Pivovar U Dobřenských y les recomiendo que vayan.
Na Zdraví!
Pivovar Narodní
50°4'53.031"N, 14°24'56.807"E
Narodní 8 – Praha-Nové Město
+420 222 544 932 – pivovar@pivovarnarodni.cz
Lun-Dom: 11-23:30
Trams: 6, 9, 17, 18, 22 – Narodní Dívadlo
Pivovar U Dobřenských
50°5'2.632"N, 14°24'56.012"E
U Dobřenských 3 – Praha-Staré Město
+420 222 222 141 – info@pivovarudobrenskych.cz
Lun-Dom: 14-24
Trams: 6, 9, 17, 18, 22 – Narodní Dívadlo
PS: Sepan disculpar la falta de fotos. Dejé la cámara en casa, si quieren ver algunas, vayan a las páginas de los brewpubs.
Filósofo, te hago una consulta. Leo que en tus posts, cuando ponés los nombres de las cervezas van acompañados de un 11°, 12°, 13° etc....es la graduación alcohólica?
ResponderBorrarNo, es la graduación Plato/Balling, equivalente al % ESP (Extracto Seco Primitivo)
BorrarEs la primera vez que leo un post tuyo nuevo sobre bares en los que ya he estado. En general de acuerdo con todo lo que pones.
BorrarSobre el segundo una curiosidad: las jarras son de 0,4 pero yo le pedi al salir la de salvia para llevar y me dio una botella de cristal con cierre de alambre (ese de las gaseosas) de medio litro... al mismo precio. La usé en un asado.
Y la pregunta: ¿dónde hay un suplente del que había hace tres años con un buen surtido de kout?
U Kacíře tiene fija Kout 10° y 12°, y también Ostrý, creo.
BorrarHablando de Kout. Esta semana santa he estado en Burdeos y, sorpresas de la vida, entro en una "Craft Beer Shop" y me encuentro con Kout 10 de barril!!! Eso si, a 5 euros la pinta. Habrán traído los barriles a hombros. De todas formas no pude resistirme y me bebí dos casi casi del tirón. Un poco con demasiado gas, pero muy ricas.
BorrarSaludos,
Torpedo